lunes, 24 de enero de 2011

Mudanza.

Lo guardé en cajas, lo tapé con papeles y lo embalé con cinta adhesiva.
Las cajas eran tan grandes que no cabían en mi dormitorio.
Las llevé al patio, la lluvia las mojó pero ellas resistieron, el sol las sancochó pero ellas persistieron.
Las debí mandar a Marte.

Te llevaste el resto de cosas.
Para ser sinceros, te llevaste todo…
Amigos, familiares, sonrisas, palabras, momentos, días, llantos e ilusiones.
Y así mi casa quedó tan vacía como mi cama.

Mi perro ya no te movía la cola,
mi hermano ya te esperaba todas las noches ni te llamaba para el juego.
Las tortas de chocolate y los panqueques ya no tienen tu motivo
y mi mamá ya no prepara ají desde que te mudaste.

Por el apuro con el que te fuiste,
olvidaste llevarte algunas cosas.
Tus mentiras, tus pretextos, tus reclamos y tus lágrimas de cocodrilo.
Pero no te preocupes que cualquier día de estos te las mando,
por bombardas y sin previo aviso,  para que entiendas
lo que significó tu mudanza.