lunes, 31 de enero de 2011

Todo un universo.


En mi casa hay tres planetas,
ocho estrellas, dos naves
y una sola raza alienígena.

Los más sabios viven en el primer planeta.
Son como Jedis, con mandiles de cocina y botas para la mina.
Las señoras hacen postres con sémola y
nadie va al mercado, porque todo crece en el jardín.
Huele siempre a margaritas de vara e incienso de limón.
Y los varones juegan a ser campesinos, zapateros y abogados.

El segundo planeta solo es habitado por horas.
Un señor que le da vueltas al planeta en las mañanas
Y por noches se convierte en niño.
Una dama de modales perfectos, nariz perfecta y hasta estornudo perfecto
es la que juega a ser indomable e impenetrable.
Acá solo se oyen a las aves cantar y a las niñas llorar.

El desbande y bullicio gobierna en el tercer planeta
Moran un señor que nunca está, una señora que quiere ser mejor,
una especie de megáfono con patas y una niña que no quiere crecer.
Es el lugar más frío y el más caliente, donde los árboles no crecen
donde los perros no lucen como tales y las ollas se ponen al revés.