lunes, 31 de enero de 2011

Un cuento de niños.


Érase una vez una niña de cabellos de miel, ojos de luz y piel de leche nestle.
Un caballero de mentira y sin caballo.
En un reino sin reyes y de cielo rojo.
Vivían un amor de tarde y de noche, un romance a destiempo que enrojecía más el cielo.
Como el caballero no tenía potrillo se quedaba a dormir en un balcón, oliendo los cabellos  de miel, despertando por la luz de los ojos.
La niña no quería seguir siendo niña y jugó a crecer, en la cama, en el balcón en el sofá y en la cocina.
El caballero perdió la cabeza y su posición, se convirtió en defensor de ese idilio con  arco y flechas.
Había una malvada bruja, como en todo cuento, pero esta no era mala ni mujer.
Niña y flechero combatieron a morir y el cielo se despintó.
Ganó el malvado brujo y a la niña se llevó cruzando el mar.
Él no lo podía soportar, una flecha se decidió disparar, pero como no era caballero, no tenía valor.
La niña lo ayudó, cogió una flecha y se la clavó.
La luz se apagaba y el cielo se tiñó de verde, por la esperanza de volver cuando sea un caballero de verdad.