martes, 1 de febrero de 2011

Un sueño de Verano.


Había una decena y cuatro extras de pretextos.
La emoción me revoloteaba en la panza y la voz de radio prometía días de febrero solo para dos.
Recuerdo había un gusano gigante de sonrisa cachosa con el que asustamos al niño de nieve que nos acompañaba. El gusano estaba camino a las aguas donde me convertí en koala.
Cuando era de noche un agente y una señora linda nos mandaban a dormir y yo me arrullaba con la voz que salía de la radio. Esa misma voz que me transformaba en koala feliz cuando salía el sol.
Estuve colgada de un árbol durante tres días, el sol rebotaba en mi piel  e incendiaba más mi cabello. Huí de un tiburón y luego de un oso panda.
Los koalas no nadan así que el árbol fue mi mejor refugio. Y como en un sueño todo es extraño, mi árbol tenía piernas que bailaban en el agua y me llevaba a navegar.
Pero como un sueño solo es sueño, cuando desperté el niño de nieve se había derretido con el sol, el agente se había llevado a la linda señora, yo había quemado al árbol y ya no había más koala feliz.